viernes, 1 de marzo de 2013

DESIERTOS Y SU LOCALIZACION


DESIERTO DE LA GUAJIRA

 

Situado en el Departamento de la Guajira en el extremo norte de Colombia.
Actividades principales: pastoreo de cabras y pesca. 
Extensión ancestral Wayuu: 10.000 km2.
Temperatura: 30°a 35° centígrados.

 

Llueve tan poco en el desierto de la Guajira, que la lluvia es un dios para los wayuu: lo llaman Juya. “La lluvia es el padre de todas las cosas, las mantiene, las renueva”, dicen los que viven en esta enorme sabana de arena en la punta norte de Colombia.

Los hombres y mujeres que saben leer las señales –el vuelo de una libélula o la humedad en los amaneceres sin brisa– miran hacia arriba y anuncian: “es tiempo de lluvia”. Niños y grandes corren a sacar las ollas para recoger las aguas del cielo. Los que han reemplazado por zinc el techo tradicional de sus casas forman, con canales, un chorro por el que rueda la lluvia y cae a las poncheras.

El agua lluvia se almacena, además, en pozos enormes, los jagüeyes. A veces el agua almacenada se seca antes de que termine el verano; a veces llega el nuevo invierno y alcanza a encontrar un poco del agua antigua. Los jagüeyes tienen dueño. No dejan que se lave cerca, ni que los niños jueguen en el agua, pero dejan que la comunidad entera se beneficie de ellos.

En el desierto, el agua se esconde.

 

Para sacar el agua que se esconde bajo la tierra árida del desierto de La Guajira, cada día hay más molinos de viento. Se levantan al lado de los pocos árboles o donde crece un poco de hierba. Esta es la señal de la presencia del líquido. Como el agua subterránea es salobre, sirve solo para el baño de las personas y para lavar la ropa blanca. De la del jagüey beben los chivos y los ovejos que son más limpios; los burros lo hacen en el abrevadero, al pie del molino.

Antes las estaciones de agua y sequía eran fijas. Las grandes lluvias –violentas y breves– empezaban en septiembre u octubre y podían llegar a diciembre. Después venía el tiempo frío de sequía y el viento, hasta abril o mayo. Cuando el viento sopla bajito, barre toda la arena; si es muy fuerte, forma una nube de polvo que no deja ver. ‘El azote del tiempo nos quita la vista’, dicen los wayuus.

 

 


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